martes, 17 de julio de 2018

La gente de la luna

En una ocasión hace unos pocos años, el periodista Banil Denek, que trabajaba en el ámbito de la divulgación científica de la Agencia de Noticias de Momeria, tuvo la oportunidad de entrevistar al astrónomo Aram Doro al respecto de las últimas investigaciones en materia de investigación lunar.

Tras los primeros cambios de impresiones y una vez respondidas a las preguntas más concernientes a lo académico, lo científico y lo práctico, Banil y Doro pasaron a una siguiente fase más proclive a aspectos mundanos, distendidos e informales. Hablando del único satélite natural de Momeria en el ámbito de lo cultural, en cierto momento trataron sobre ciertas creencias ancladas en el subconsciente colectivo de Momeria. En un momento dado, el entrevistador formuló la siguiente pregunta:


¿A qué se deben todas esas historias? —preguntó Banil—. En la actualidad aún nos divierte contar que, en las noches de luna llena, algunos de los más antiguos pobladores de Momeria corrieran a apelotonar sus más preciadas posesiones en un fardo, sobre todo en noches de mucho viento, temerosos de que la luna les cayera encima desde lo alto del cielo y hubieran de abandonar su aldea.

Bueno, cada cultura expresa sus ideas a su manera, con unas u otras creencias —explicó el doctor Doro—. Y con ello su visión del mundo, y también sus fantasmas colectivos. El imaginario en lo concerniente a la luna lo han ido forjando los diversos pueblos y países de Momeria a lo largo de siglos, fascinados durante generaciones con esa bola de piedra que, inexplicablemente, volaba por encima de sus cabezas sin caer sobre los campos o ciudades, ni aún en las noches en las que soplaba un viento huracanado. Pero también hay otra creencia, menos conocida, acerca de gigantes invisibles moldeando una luna que pegaban al cielo y que ciertas tribus primitivas creían de arcilla. Así explicaban las fases del ciclo lunar. Porque claro, debió de fascinarles el hecho de que una cosa tan grande y lejana menguara y creciera... y dieron las respuestas que tenían a su alcance. Pero en fin, antes de llegar al culmen de las hipótesis demostradas empíricamente por la ciencia, el mito es el primer paso hacia el conocimiento, antes de pasar por la filosofía.

Doctor Doro, nos quedan pocas preguntas ya para finalizar. Así que... ya en un tono algo más desenfadado... usted y su equipo han sido de los primeros privilegiados en ver la superficie lunar tal y como es. ¿Debo entender, entonces, que encontraron habitantes en la luna?

Sí... estaban saludando desde los jardines de sus casas, mientras les decían a sus niños «saludad, chicos, nos vienen a ver desde Momeria» (risas). No, en la actualidad quien más quien menos todo el mundo tiene claro que las antiguas historias sobre gente viviendo en la luna son falsas. Es imposible vivir allí. Lo que desde aquí parece un recodo de tranquilidad en medio de una plácida noche, o una tenue luz que ilumina el campo románticamente... pues nada más lejos de la realidad al llegar allí. De sobras sabemos que en realidad no es más que un enorme pedrusco desértico cubierto de tierra y arena, sin más. Con temperaturas gélidad de noche y tórridas de día, cuando toca el sol. ¡Si por no poder, allí no se puede ni respirar! Sintiéndolo mucho, las historias de selenitas son ficción, por muchas ganas que algunos tienen de que sean de verdad.

Sí, antes ya hemos hablado de la carencia de una atmósfera que...

Si es que no hay nada que respirar. ¿Cómo puedes rebatir esos argumentos científicos que te dicen que la vida es imposible allí?

Bueno, es fácil de argumentar que mediante la magia habría sido posible... pero eso sería si existiera o si hubiera existido, claro

Esas historias son muy divertidas, y a mí me encantaba oírlas de niño. Todos los cuentos sobre selenitas, lunáticos, luneros... se les ha llamado de muchas formas a través de los tiempos, y realmente debo decir que he disfrutado leyendo esas historias. Pero científicamente no se sostienen por ningún lado las teorías de que subieron y sobrevivieron allí mediante la magia, diga lo que diga la fantasía de la gente y las creencias infundadas sobre que antiguamente..

Sí, eso iba a decirle: hay quien le podría rebatir el argumento por el simple hecho de que diversas fuentes de documentos históricos, muchos de ellos redactados por las clases dominantes, hablan de usar la magia como si fuese algo real. Y de hecho hay documentos que narran cómo se conquistó tal ciudad o tal país mediante el uso de...

Es una manera de hablar. Lo más probable es que estén diciéndolo de forma figurada, igualando magia con la simple noción de poder. No hay que olvidar que las formas de hablar y el significado de las palabras cambian de una época a otra.

Pero en este sentido la verdad es que han pasado siglos y siglos hablándose de magia como si...

— Claro, hasta que la ciencia hizo su aparición. Antes no podían confiar en nada así, pero bien se debieron de haber aferrado a algo. Además, la práctica de la magia siempre ha ido de la mano de creencias religiosas en la actualidad, y puede que para los antiguos la magia fuese una creencia más. Pero hoy en día ya prácticamente nadie piensa que los dioses existan, y al igual que ocurre con ellos, nadie ha podido probar científicamente que exista algo a lo que podamos llamar magia.

— Bueno, esto ha sido todo por hoy. Muchas gracias por concedernos parte de su tiempo, doctor Doro.

— Un placer.



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